Halley, Hyakutake, Hale-Bopp… son algunos de los nombres con que denominamos esos cuerpos celestes constituidos por hielo, polvo, rocas que orbitan alrededor del Sol siguiendo diferentes trayectorias elípticas, parabólicas o hiperbólicas. Vamos, los cometas de toda la vida.
Portadores de buenos deseos y buenas nuevas para unos, potencialmente catastróficos, agoreros del fin del mundo o portadores de desgracias para otros… Observados y admirados, queridos, temidos u odiados, protagonistas de pesebres, películas, y conferencias apocalípticas…
Pero, ¿quién y cómo pone nombre a los cometas?
La Unión Astronómica Internacional (UAI o IAU) es una agrupación de las diferentes sociedades astronómicas internacionales y constituye el órgano de decisión internacional en el campo de las definiciones de nombres de planetas y otros objetos celestes (Naming Guide), así como los estándares en astronomía. Fue creada en 1919 a partir de la unión de diferentes organismos y su objetivo es promover y coordinar la cooperación internacional en la astronomía y la elaboración de las reglas de nomenclatura de los diferentes cuerpos celestes.
Un gran reto de naming: ¿Cómo nombra la IAU los cuerpos celestes?
Como en toda organización científica, hay un protocolo de nomenclatura, pero no siempre ha sido así.
En el siglo XIX los cometas solo recibían nombre si aparecían una segunda vez. Tras su aparición, se les designaba con una combinación del año del descubrimiento con números y letras. Fue en el siglo XX cuando se creó la costumbre de darle el nombre de su descubridor. Ni qué decir del auge de observadores y exploradores de lo celeste con ansias de grabar sus nombres en la gloria del firmamento. Un nuevo concepto de la búsqueda de la inmortalidad propició la aparición de los “buscadores de cometas”, que hicieron de la noche su hábitat, e hicieron del avistamiento un modo de vida.
En el siglo XIX los cometas solo recibían nombre si aparecían una segunda vez. Tras su aparición, se les designaba con una combinación del año del descubrimiento con números y letras. Fue en el siglo XX cuando se creó la costumbre de darle el nombre de su descubridor. Ni qué decir del auge de observadores y exploradores de lo celeste con ansias de grabar sus nombres en la gloria del firmamento. Un nuevo concepto de la búsqueda de la inmortalidad propició la aparición de los “buscadores de cometas”, que hicieron de la noche su hábitat, e hicieron del avistamiento un modo de vida.
En la actualidad la entidad encargada es el Comité de Nomenclatura de los Cuerpos Pequeños de la IAU (CSBN por sus siglas en inglés, Committee for Small Body Nomenclature) y el reto que tiene es nombrar más de 400 – 600 cometas nuevos cada año. Desde 1994 ha adoptado el siguiente sistema:
Para la denominación científica de los cometas se utiliza un prefijo (P, C, X o según su ciclo de vida o características: naciendo, en apogeo, en destrucción y otros) luego el año de su descubrimiento, una letra mayúscula que identifica el medio mes de observación durante ese año (A para la primera quincena de enero, B para la segunda y así sucesivamente) y un número que representa el orden del descubrimiento dentro de ese medio mes. De tal manera, un cometa que se llama P/2013B3 se trata del tercer (3) cometa periódico (P), descubierto en 2013, en la segunda quincena de enero (B).
La designación se completa con el nombre que el descubridor o descubridores hayan proporcionado, siguiendo las mismas reglas que en el nombramiento de otros cuerpos celestes. Según este organismo, los nombres que se eligen para estos ‘objetos’ espaciales no deben superar los 16 caracteres, siendo preferiblemente una palabra que sea fácil de pronunciar, que no sea ofensiva y que no sea demasiado similar a algún nombre ya existente. Además, no se admitirán nombres con significado político, militar o religioso, exceptuando religiones de la antigüedad, y exceptuando también los nombres de las figuras relevantes anteriores al siglo XIX. Todo un ejemplo de arte y disciplina para muchas de nuestras empresas.
¿Honrando a los Beatles hasta en el cielo?
Pero como excepción a la regla, hay cuatro meteoritos, en este caso, que no cumplieron con estos requisitos a la hora de ser ‘bautizados’. Se trata de los meteoritos John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison, que a modo de homenaje a The Beatles, recibieron el nombre de los cuatro componentes de la banda.
Visto el protocolo actual, queda contestar a la pregunta: ¿cómo hacer frente a la ingente tarea de nombrar aproximadamente entre 400 y 600 cuerpos celestes al año?
Probablemente, mediante mucha observación, análisis, -porqué no, arte- e inacabables jornadas de trabajo como para acabar viendo las estrellas, literalmente.
No obstante, es innegable que los cometas y los cuerpos celestes siempre han despertado en el gran público una especie de atracción y un halo de fascinación entre mística y misteriosa. Entonces, ¿por qué no dejar a los profanos el placer y el honor de nombrar aquello que proviene de los confines del Universo? ¿Por qué no grabar nuestra imprenta en el Hall of Fame de la Galaxia?
Probablemente, mediante mucha observación, análisis, -porqué no, arte- e inacabables jornadas de trabajo como para acabar viendo las estrellas, literalmente.
No obstante, es innegable que los cometas y los cuerpos celestes siempre han despertado en el gran público una especie de atracción y un halo de fascinación entre mística y misteriosa. Entonces, ¿por qué no dejar a los profanos el placer y el honor de nombrar aquello que proviene de los confines del Universo? ¿Por qué no grabar nuestra imprenta en el Hall of Fame de la Galaxia?
¿Y los exoplanetas? NameExoWorlds: El concurso mundial de la Unión Astronómica Internacional para asignar nombres a exoplanetas y a sus estrellas anfitrionas
Por primera vez, en respuesta al creciente interés del público en participar en los descubrimientos astronómicos, la Unión Astronómica Internacional (IAU) ha organizado un concurso mundial para dar nombres populares en este caso a un conjunto seleccionado no de cometas, sino de exoplanetas junto con sus estrellas anfitrionas.
Los nombres propuestos serán presentados por clubs, agrupaciones y organizaciones sin ánimo de lucro interesados en Astronomía, y los votos serán emitidos por personas de todo el mundo a través de la página web NameExoWorlds.org, hasta el 31 de diciembre de 2014.
La intención es que millones de personas en cualquier sitio del globo puedan tomar parte en la votación. Una vez que los votos se hayan escrutado, los nombres ganadores serán anunciados oficialmente por la IAU en Agosto de 2015, lo que les permitirá ser utilizados libremente, en paralelo con la nomenclatura científica existente, con el debido crédito a las asociaciones u organizaciones que los hayan propuesto.
Los nombres propuestos serán presentados por clubs, agrupaciones y organizaciones sin ánimo de lucro interesados en Astronomía, y los votos serán emitidos por personas de todo el mundo a través de la página web NameExoWorlds.org, hasta el 31 de diciembre de 2014.
La intención es que millones de personas en cualquier sitio del globo puedan tomar parte en la votación. Una vez que los votos se hayan escrutado, los nombres ganadores serán anunciados oficialmente por la IAU en Agosto de 2015, lo que les permitirá ser utilizados libremente, en paralelo con la nomenclatura científica existente, con el debido crédito a las asociaciones u organizaciones que los hayan propuesto.
Cabe esperar, no obstante, un buen criterio de elección por parte de la IAU. El naming no es algo que pueda tomarse a la ligera, por lo que una mala elección puede tener consecuencias funestas si tenemos en cuenta que los nombres elegidos pueden ser muy duraderos. En caso que la iniciativa cuaje y se extienda la búsqueda de nombres de exoplanetas a todo tipo de cuerpos celestes ¿Cabría la posibilidad de imaginarse un cometa nombrado por un club de fans? ¡Demos la bienvenida al cometa Justin Bieber!
Y en última instancia, ¿podría ceder la IAU a intereses empresariales privados? El sueño de todo director de marketing: publicidad notoria, barata, y eterna. Sería el colmo observar el cometa “Apple” orbitando la elipse del planetoide “McDonalds”…
© nombrand
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